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El ajo: Un potente curador natural con muchas propiedades medicinales

  • Da sabor y aroma. Recomiendan consumir 2 o 3 dientes de ese vegetal, pues combate males respiratorios y cardíacos.
Las propiedades curativas y gastronómicas del ajo hablan por sí solas. Es quizás el remedio natural con mayores propiedades medicinales demostradas experimentalmente. Se aconseja comerlo crudo, ya que cocido pierde más del 90% de su efectividad. 

Hay personas que acostumbran comer cada mañana 2 o 3 dientes de ajo, debido a su potencial curador. En efecto, esta raíz previene el riesgo de contraer enfermedades cardíacas y su consumo previene algunos tipos de cáncer: especialmente de colon, estómago y próstata.

Combate la temida trombosis y las embolias en las arterias, males que causan la muerte, y también ayudan a disminuir el colesterol LDL (nocivo para la salud). Además, es antibiótico, fungicida y antiséptico general, es decir, mata bacterias, hongos (pie de atleta) y microorganismos letales.


También, son buenos para combatir las picaduras de insectos: aplique un diente de ajo entero o molido directamente sobre el área afectada. Incluso, es eficaz como remedio para las infecciones vaginales, afirman las mujeres.

El ajo previene y cura las enfermedades respiratorias (gripe, resfrío y asma). Las madres lo usan para desparasitar a sus hijos. Además, previene la hipertensión y la mala circulación de la sangre, ya que tiene una acción hipotensora (regula la presión sanguínea). Incluso, tiene un alto contenido de fósforo y de azufre (de allí radica su mal olor), por ello es usado como un sedante especial para los nervios. Pero sus propiedades no quedan allí.

El ajo en la cocina

El ajo es un fruto resistente que podemos encontrar en el mercado durante todo el año. De allí radica su uso continuo en la cocina como un saborizante natural por su sabor y aroma inconfundibles en los platillos caseros. Por ello, es infaltable en la culinaria del país. Es indispensable en los guisos como el estofado y seco de res, pero ojo, se recomienda echarlos enteros, en lugar de picados. Va muy bien con carnes y pescados a la parrilla.

Muchas comidas típicas de nuestro país son inconcebibles si no llevan el sabor del ajo. Aunque tenga cuidado, pues hay personas que no lo toleran, pues es muy intenso y puede resultar indigesto para estómagos delicados. La única contradicción en su consumo es cuando se sufre de inflamaciones de los riñones.

Comer ciertas flores te protege de enfermedades

La búsqueda de compuestos naturales que tengan propiedades antioxidantes es cada vez más común. Principalmente porque ayudan a prevenir ciertos procesos biológicos muy importantes, entre otros el envejecimiento celular y evitar enfermedades crónicas. 

Según un artículo reciente, hay un alimento muy poco aprovechado en muchas culturas que tiene propiedades de este tipo: las flores comestibles.

En la cocina asiática, especialmente en la china, se emplean flores comestibles desde tiempos inmemoriales. En ocasiones simplemente como adorno, pero en otras muchas como especias y para dar ciertos toques de aroma y sabor a la comida. En cambio, en la cocina occidental se emplean mucho menos.

¿Qué tienen de bueno estas flores, a parte de dar sabor? Son una fuente natural de compuestos fenólicos, un tipo de molécula orgánica compleja que ayuda a evitar enfermedades crónicas, y que tiene propiedades antioxidantes.
En un principio incluso se consideró que los fenoles eran esenciales para el organismo. Durante un tiempo se los denominó vitamina P – por el término en inglés, phenols. Pero se terminó comprobando que, aunque son muy interesantes y proporcionan muchos beneficios, no resultan imprescindibles, a diferencia de lo que ocurre con el resto de las vitaminas.

Porque, entre otras cosas, la mayoría de los animales no podemos aprovecharnos directamente de estos fenoles y sus características. Cuando consumimos algún alimento que los contiene, son las bacterias de nuestra “flora intestinal” – microbiota es un término más apropiado – quienes las procesan y dan lugar a antioxidantes.

Hay que decir que no resulta sorprendente que las flores contengan estas moléculas. De hecho, la única fuente natural – es decir, biológica – de fenoles son los vegetales. Un ejemplo que muchos podemos conocer es el “aroma a vainilla”, la vainillina, que también es un fenol. Lo que sí es llamativa es la cantidad de estas sustancias que aparecen en estas estructuras de las plantas.

Por lo tanto, pensar en incluir flores comestibles en nuestra dieta no parece mala idea. Sin embargo, aún quedan por realizar muchos estudios para poder afirmar con rotundidad que las supuestas propiedades anti-inflamatorias, antitumorales y anti-envejecimiento de las flores están demostradas.